Señoras, señores se nos está empezando a ir la cabeza. Si si, definitivamente el mundo está loco y todos nosotros hacemos que esta locura sea más grande. La gastronomía siempre ha formado parte de nuestro día a día, y más en este país en el cual reunirse alrededor de una gran mesa con mucha comida y bebida ha sido siempre lo más, pero las cosas han cambiado.
Ahora cuando ponemos la mesa para cenar con nuestros amigos ya no solo pensamos en lo que vamos a comer, si no en que los platos queden bonitos,que los ingrediente que lleva la receta tengan la misma gama de colores, que el mantel combine con las servilletas y que el centro de flores sea de estilo nórdico. Atrás han quedado esas cenas donde se comía en el suelo, las servilletas erán de papel( cada una de su madre y su padre), y el plato más preparado que había para compartir era la pizza congelada.
¿Qué levante la mano aquel que tenga un amigo que cuando vais a cenar fuera y hay algún plato «kuki» no deja meter mano hasta que ha hecho mil fotos para subir a instagram? Cuando te vas de viaje y buscas sitios donde ir a comer ya no solo importanta la comida, si no todo lo que ello conlleva que es: que el restaurante tenga una decoración bonita, la carta sea diferente, este de moda, los platos sean originales… Vamos, un lío
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Con esto no quiero decir que esté en contra de ninguna de estas cosas, simplemente quería hacer una reflexión sobre como algo que siempre ha existido que es el comer, se ha convertido en todo un acontecimiento, que nos encanta contar en las redes sociales y con el cual planeamos incluso nuestros viajes. Adoro comer y me encanta ir a sitios diferentes, el comer es una experiencia que empieza desde el momento en el que se sientas o en el visualizas donde vas a comer, pero hay que saber adaptarse y disfrutar de lo más importante que al final es, con quien compartes todos estos momentos.